Para los gringos: ¡ni una gota…!
Óscar Lucien/ El Nacional
1. Paradojas de la extrema polarización promovida desde el gobierno, imagino que hoy la imagen de Obama debe confundirse con la de san Martín de Porres en muchos altares venezolanos. Opositores sentirán un respiro al ver que, por fin, alguien de la comunidad internacional se toma en serio la tragedia que padece Venezuela. En lo económico, dramática escasez de medicinas e insumos médicos (de genocidio sanitario lo califican algunos), dificultad para encontrar productos de la dieta diaria, de jabón, de neumáticos y repuestos para vehículos, de materia prima para las empresas metalmecánicas, de plástico, papel y automotriz. En lo social, un país sumido en la desesperanza, agobiado por el incremento de la delincuencia criminal y la corrupción. En lo político, un gobierno que se coloca cada día más al margen de la Constitución, con un control cada más visible del estamento militar, se fortalece el cerco a la libertad de expresión y al derecho a la información, un aumento de la represión y la violación de derechos humanos y, de manera trágica, una devaluación que pulveriza nuestra moneda.
Pero, paradójicamente, frente a esta misma realidad, entre los primeros en haber colocado un inmenso velón a la efigie de Obama está Nicolás Maduro. Ciertamente, hoy menos que nunca el interés del gobierno es ocuparse en cómo resolver el problema de la escasez y de las colas que ha acabado con la calidad de vida de los venezolanos, cómo combatir la inflación, cómo resolver el agravado problema del deterioro del bolívar frente al valor de la divisa norteamericana. No, esos no son. El problema y la preocupación de Maduro y su combo es cómo enfrentarse y defender a Venezuela de “la insolente bota yanqui”. La mancheta editorial del miércoles en este diario expresaba una intuición ya presente en la red social Twitter: “El muchacho que es llorón, y el tío Sam que lo pellizca”.
La lloradera tuvo su patético eco en la Asamblea Nacional donde los diputados oficialistas chillaban sin pudor un fervor nacionalista que resulta chocante frente a la displicencia y el colaboracionismo con el que aceptan la penetración cubana en nuestro país. Cubanos que se pavonean con campante autoridad y desparpajo en dependencias oficiales donde reposan datos sensibles de los venezolanos, en registros, notarías y otras dependencias oficiales, incluidas, según se ha denunciado, instalaciones militares.
Para colmo de la paradoja, la base chavista se quedó esperando el anuncio de “ni una gota de petróleo para los gringos”. Para sorpresa de muchos, Maduro más bien expresó su disposición a entenderse con Estados Unidos sobre una base de respeto. ¿Disociación?
2. Paradojas aparte, el grave asunto de fondo es que Maduro solicitó en la Asamblea Nacional (para créditos adicionales) una ley “antiimperialista” cuyo propósito explícito sería denunciar diplomática y políticamente la agresión del gobierno norteamericano. Sin embargo, según todas las estimaciones y la eficaz conducción de la alternativa democrática, todo conduce a pensar que la verdadera motivación de esta habilitación legislativa es una suerte de fuga hacia delante mediante la cual el gobierno se protege de su segura derrota en las elecciones parlamentarias en una fecha que la rectora Lucena hasta ahora se niega anunciar.
Coincido con quienes piensan que el alcance de esta ley habilitante está, en principio, más enfocada a actuar contra quienes el gobierno califica de “enemigo interno”, y de buscar un margen de acción legislativa, presidencial, que disminuya o dificulte el ámbito de actuación de la nueva asamblea. Es una estrategia que les ha sido útil en el pasado, como puede apreciarse en el caso de la Alcaldía Metroplitana y en las gobernaciones en manos de líderes democráticos: creando estructuras paralelas.
3. Finalmente, me sorprendió el talante de Ernesto Villegas, el jefe impuesto de Caracas, cuando amenazaba “torcer el pescuezo” a cualquier gringo invasor. Sorpresa que me sobreviene cuando observo en vivo y en directo y apenas terminada su declaración, la tragicómica dificultad de unos milicianos tratando de disparar una salva en honor al fallecido Chávez.
Menos risible y altamente abominable la declaración de otro miembro del combo, la de Roy Chaderton. Dejo escrito mi repudio a tan insolente y castigable declaración, ajena a toda conducta de un diplomático. No hay límites en lo ético ni en lo moral para quien afirma que cuando un proyectil impacta la cabeza de un opositor pasa rápido y suena hueco.
Cinismo extremadamente peligroso, en un gobierno con poderes especiales en el tablero del odio sembrado durante dieciséis años.
Artículo cortesía de El Nacional: http://www.elnacional.com/oscar_lucien/gringos-gota_0_590341094.html
Categorías:Opinión
Deja una respuesta